su experiencia militar
Redactado a partir de las entrevistas a su hijos Gerardo y Txomin, y de la consulta de documentos conservados en su domicilio.
Javier Martín Lapeyra
Versión 28 Mayo 2022
1. Soldado
Con 18 años al estallar la Guerra Civil de 1936, Gerardo se alistó voluntario seguramente a través del sindicato de República en Torrelavega. Formaba parte del batallón 111, uno de los tres que formaban la brigada Lenin, que operaba en la zona norte de Burgos.
En la Lenin se cantaba una canción, de la que recuerdan un par de estrofas:
En la gloriosa morada
se tornará el plomo cobre.
Estas balas, camaradas,
traerán el pan al pobre
[...]
De Lenin el espíritu fuerte
será guía en la empresa feroz.
Mas si el ánima cruel nos redime
Triunfará el martillo y la hoz
Los que fueron alistados forzosamente fueron transportados en tren. Estando detenido en una estación sufrieron un ataque aéreo, que hizo que los reclutas salieran y corrieran por los lados de la vía, siendo presa de los disparos. El tren ni fue tocado por las balas.
Su bautismo de fuego fue en las posiciones de Balmaseda y Arceniega, concretamente en la ermita de san Roque, al pie del monte Serantes. Participó en el grupo de transmisión, suministrando provisiones y efectuando comunicaciones en morse por telégrafo.
Su primera acción fue el 6 u 8 de Diciembre de 1936 en la ofensiva del portazgo de Villarreal, un movimiento infructuoso para tomar Miranda de Ebro, en la que murieron unos 2.000 hombres.
Estuvo en la guarnición que participó en la voladura de la presa del Ordunte, cuyo propósito era inundar el valle y dificultar el avance de las tropas nacionales. La explosión se sintió como un terrible terremoto, según testigos, y sólo consiguió fisurar el muro de la presa. Tras la guerra, el pantano fue reparado.
También combatió en el alto de El Cabrio de Villasante. Fue nombrado cabo por su valentía.
2. Prisionero
Con el avance de la línea franquista, se fueron retirando hacia el oeste, hasta que todo el batallón se rindió en masa cerca de Santander. Cuando la columna de prisioneros era llevada a esa ciudad, Gerardo escapó y se dirigió a su casa en Torrelavega. Allí su padre le dijo que se entregase, y así lo hizo en el cuartel de la montaña de Santander.
Primero fue llevado a la playa cercada junto al Palacio de la Magdalena. Allí estuvo detenido un tiempo. Después fue llevado al campo de fútbol, donde los que no se entregaron voluntarios, como él hizo, se encontraban recluidos sin apenas recibir comida.
Más tarde fue llevado al campo de concentración del seminario conciliar de Corbán, Santander. No aparecen documentos de estos campos, seguramente por haberse creado recientemente.
Después fue llevado a Miranda de Ebro, campo de destinos a donde se trasladaban a los presos de la zona norte, junto a internacionales de la II Guerra Mundial, ingleses sobre todo.
Luego, al campo de Facinas, Cadiz, que aún perdura. A veces ni recibía comida, por lo que recogía bellotas de los alcornoques. Estaban alojados primero en chabolas y luego en barracones construidos al efecto. Fue aquí donde conoció a prisioneros de Eibar, con los que comentaba que el tener un oficio les ayudaría a no morirse de hambre.
En cierta ocasión un oficial fue preguntando quién tenía un oficio, y el respondió que era mecánico de automóviles. Para asegurarse de que decían la verdad, el oficial hacía un par de preguntas vagas y si veía que el prisionero contestaba con seguridad, le asignaba un puesto de trabajo.
Así Gerardo fue llevado en un batallón de trabajadores a los campos de Algeciras y al parque de automóviles de Castellar de la Frontera, Cadiz. Aquí disfrutó de cierta libertad variable, según el mando que tuvieran en cada momento: acudía a la cantina, donde le daban barras de pan rellenas de aceite; hacía pillaje de fruta por los alrededores, como naranjas de las que se atiborraba, y también hacía tratos con los civiles.
Estuvo varias veces en el hospital, a punto de morir, aquejado de nefritis y congestión pulmonar, causados por los baños de mar que le eran prescritos.
Tras un año de permiso, hizo el servicio militar durante dos años y medio en Irún, como soldado represaliado. Trabajó llevando cestos de piedra para la construcción de las fortificaciones de Gaintxurizketa. También, siendo mecánico de automóviles, acostumbraba a acompañar al conductor en el propio camión para poder arreglarlo tan pronto surgiera una avería.
Tras la contienda y el periodo en que estuvo preso, su familia se vino a vivir a Ermua. Habituado a dormir en un frontón al aire libre, le costó volver a dormir con sábanas. Posteriormente se trasladó a Eibar, donde desarrolló su experiencia industrial y crió su familia.
(Para saber más de esta parte de GPI, visiten la entrada “Eibar Industrial” en mi blog javitxooo.)
3. Memorias
Las comenzó a escribir a mano cuando ya tenía unos ochenta años, sobre las páginas de dos libros de actas usados. Los originales conservados van de la página 1 a la 328 y contienen experiencias y observaciones de GPI tanto en su época de soldado como de prisionero. Su hijo Gerardo encargó pasarlas a ordenador hace unos años. De estas transcripciones digitales sólo se han hallado las páginas 38 a 236.
También fue transcrito un fragmento que comienza al final de la página 4 para incluirlo en un fanzine, con el título El cazo grande. Extracto de la novela inédita de G.P.I. “El talante aventurero del destino”.
El estilo de las memorias pudiera definirse como literario, alternando narraciones y reflexiones, con abundancia de descripciones. El orden cronológico no es siempre lineal.
Como ejemplo del contenido de estas memorias, presento a continuación esta síntesis de las primeras páginas.
Al término del invierno de 1938 a 1939 Gerardo se encuentra en el campo de concentración de Corbán, donde hay más de tres mil personas. El teniente llama a formar a unos ciento cincuenta hombres para anunciarles que al día siguiente saldrán de expedición con todas sus pertenencias. Después los prisioneros acuden en avalancha a recoger la cena – “el cazo grande”- con peligro de aplastamiento. Describe la campa embarrada sobre la que caminan en alpargatas y lo escuálidos que se encuentran por el hambre pasada. Se lamenta de que a pesar de que la guerra ya acabó, aún se encuentran prisioneros siendo jóvenes. Un cabo ordena que se dirijan a la puerta, para pasar por un callejón al final del cual unos cocineros están sirviendo el contenido de unos perolos: lentejas con tripas y escamas, de repugnante sabor, más una espina con cabeza y cola, y una castaña de postre. Poldo “el intelectual” forma pareja con él.
38 Por aquel entonces se hablaba mucho de la
gran resistencia republicana tras los intensos y repetidos ataques del enemigo,
que en el monte Mazuco se estrellaron por algún tiempo. Todavía en aquellos
tiempos sentíamos cierto orgullo al saber, a poder ser, todo lo relacionado con
las acciones que considerábamos gloriosos hechos de armas, en cuanto a la
resistencia se refiere, de las fuerzas republicanas. La anémica operatividad de
éstas, sobre todo del ejército del norte, era ya, a aquellas alturas, de todos
conocida. Yo sentía una gran curiosidad por conocer algo especial, sobre todo
acerca de la batalla del monte Mazuco, y se lo hice saber. Entonces, él
prosiguió haciendo una breve historia de los poco peligrosos sucesos en que,
antes de la batalla, se vió envuelto.
38 -Se sabía que días atrás, continuó
diciendo, después de duros ataques en los que se emplearon, ya como cosa
habitual, gran número de fuerzas españolas e italianas apoyadas por la aviación
alemana, había sido hecho añicos el frente del Escudo y no había modo de
pararlos. El alto mando republicano del ejército del norte, seguro de contar
con cartas suficientes para jugar una baza no se anduvo por las ramas, reunió
con tiempo suficiente todos los batallones que, como el 130, se podían
considerar fuerzas de reserva y se dispuso a resolver los problemas que suponía
emplearlos en la defensa de Asturias: medios de transporte, municiones, armas,
avituallamientos de toda clase y la fortificación de puntos estratégicos donde
situar estas tropas. A juzgar por los acontecimientos que se estaban
desarrollando en la ya rota defensa de Santander, no tardarían mucho en
iniciarse las operaciones sobre el que habría de llamarse frente de Asturias.
38 Una noche, cuando ya creíamos que para
nosotros se iba a terminar la guerra sin pena ni gloria y sin tirar un tiro,
llegó a la comandancia una orden secreta. Al correr de los días y como algo
desusado para nuestro batallón, acostumbrado como estaba a sestear con gozo y
sosiego infinitos mientras otros pringaban de lo lindo, esa orden iba a ser causa
de que los naipes se nos cayesen de las manos.
39 La noche que llegó la orden de abandonar
todas las posiciones y reunirse inmediatamente, en el más estricto silencio, en
la carretera del Cabrio me encontraba de guardia en un puesto de ametralladoras
camufladas con telas de araña, de cara al ferrocarril de la Robla. Allí ya se
encontraban embarcadas más de tres compañías y el resto seguía llegando de
todas partes. Fuimos distribuidos en camiones ordenadamente y pocos minutos
después, formando una caravana compuesta por diez o doce vehículos, arrancamos
con destino desconocido.
39 La noche, a priori, no se hacía
nuestra completa aliada. Aunque apacible y tranquila, las estrellas la tenían
por mil puntos perforada. Ibamos todos sentados y apretados y, aunque hacía
calor, no era desagradable. Desde hacía días, en nuestras mentes predominaba la
idea de que las novedades no se harían esperar, ya que los acontecimientos
podían tener efectos imprevisibles.
CÓMO LLEGAR
A los vestigios de la Guerra de 1937 en Akondia, Eibar.
Plano 1
En coche, desde la variante de la N-634 en Eibar, tomaremos la carretera al santuario de Arrate.
A unos 2 km se encuentra el cruce con la carretera hacia Marquina, al lado izquierdo. Tomamos esta carretera hasta llegar al hotel restaurante Ixua.
Plano 2
Desde Ixua (0) subir por la pista asfaltada en dirección NE hasta la antigua venta de Usartza (1), hoy inactiva. Aquí hay un pequeño aparcamiento. Avanzamos unos 50 m hacia el este por la pista de cemento que sube al caserío y ermita de Akondia. Encontramos el comienzo de la pista (2) que constituye una ronda que comunica los montes Akondia, Garagoitti y Kalamua. Esta pista de tierra tiene una suave pendiente ascendente en dirección norte. No debe confundirse con el camino de san Román, situado unos metros antes, y que desciende.
Avanzamos unos 30 m por esta pista de ronda y encontramos una pista (3) de tala de pinos que sube en zig-zag por la ladera del monte Akondia. Subiendo unos 200 m por esta pista empinada encontraremos a nuestra izquierda la pequeña mina. Continuando por el sendero hacia el norte, atravesando una cancela, llegamos a la trinchera de la posición republicana.
Itinerario desde la aldea de Aguinaga (unos 20 min. a pie)
Desde la iglesia de San Miguel de Aguinaga caminamos hacia el sur hasta el cruce (1) con la pista de hormigón que se dirige a la vecindad de Arando.
Tomamos esta pista que sube en dirección norte, describe una curva de 180º y sigue en dirección sur.
Encontraremos a la derecha un cruce (2) con una pista de tierra. Subir por esta pista de tierra que va en dirección norte y describe una curva de unos 180 hasta tomar rumbo sur.
Se llega a la base (3) de una ladera empinada. Puede optarse ahora entre escalar la empinada ladera por la cresta divisoria o bien continuar caminando por la pista de tierra en dirección suroeste, con pendiente hacia arriba.
Siguiendo la pista de tierra encontraremos una bifurcación (4) en la que optaremos por la rama izquierda.
Más delante encontramos otra bifurcación (5) en la que volvemos a optar por la izquierda, girando 90º y salvando un tramo empinado.
A unos 100 m llegamos a la cresta del monte, donde se encuentra el bunker alto.
El bunker bajo se encuentra a unos 20 m cresta abajo, hacia el norte.
En automóvil
Este itinerario puede hacerse con un turismo normal hasta el cruce 2, pero de ahí en adelante ha de usarse un potente todoterreno conducido por manos expertas y con el terreno seco.
En el búnker bajo, orientado hacia Marquina- Echeverria, un soldado sólo podría permanecer de pie si arrimado al terreno en la parte de atrás.
En el camino de tierra hacia los bunkers, Txomin y Jon observan un poste de hormigón cuyo uso es un misterio; quizás fuera un amarre de cables para jalar cargas, pensábamos.
Pero no es así. Según nos contó Alberto Aguirregomezcorta, del caserío Oregi-zar cercano, fue construído hacia 1970 para instalar una antena de televisión que diese cobertura a Aguinaga, donde no llegaba la señal por entonces.
Link a la asociación de Jon: http://www.intxorta.org/ y http://frentesdeeuzkadi.foroactivo.net/forum.htm
REFUGIOS EN EIBAR URBANO, 1937
Situados en el plano de Uzkanga de 1939
1- Arcadas cubrición río en la casa Errasti en Urquizu
2- Túnel bajo el ferrocarril junto a talleres Orbea
3- Sótano y PB del Banco Guipuzcoano en Ibarrecruz
4- Casa en construcción de Ojanguren en c/ Paguey
5- Salón de baile Rialto en c/ Capitán Galán (Bidebarrieta)
6- Túnel del ferrocarril entre Ardanza y la Estación.
7- Casa Mendiguren y Zarraua frente a Bidebarrieta
8- Arcadas cubrición río bajo el Mercado
9, 10- Sótanos del Palacio de Indianokua
11- Sacristía de la iglesia de San Andrés
12- Túnel de Birjiñape
13- Sótanos y PB dela casa del Gau-txori, en Unzaga
14- Arcadas cubrición río bajo Casa Consistorial y c/ Dos de Mayo
15 Arcadas del Kiosko de la música de Unzaga
16- Taller “Danok-bat” (Alfa)Según me contó Jon Etxezarraga en 2012, la cruz fue levantada después de la guerra de 1937 en honor a un oficial del bando nacional, X Zaragozano, que cayó abatido por aquí.
La foto más antigua que conozco es una de Indalecio Ojanguren “Kajoitxu” en 1957, que la muestra por detrás, es decir, desde el este. Se aprecia en ella que la cruz aún conservaba la placa, de la que no he encontrado ninguna foto. No estaba situada en la propia cima, sino en el abrigo “E” de la posición nacional.
La primera foto que yo tengo sacada es ésta de 1982, cuando subí con dos amigos en un domingo de nieve. Javi Arrasate tuvo la valentía y la agilidad de subirse a la punta y posar como otra cruz.
Fotos de 2012, en que se aprecia el deterioro de la base de hormigón.
A mí me servía de referencia para situarme, cuando subía por la ladera oeste.
Enhorabuena. Mi agradecimiento como eibarresa. Eskerrik asko por tu labor y por documentarlo tal y como lo haces.
ResponderEliminarMe alegro de que te resulte interesante.
ResponderEliminar